Artículo
[ FRASE ] En países presidenciales, como la Argentina o EE.UU., la burocracia
tiene dos jefes, el Ejecutivo y el Parlamento. Pero en la Argentina, el Congreso
es un Parlamento amateur.
POR PABLO T. SPILLER
-[ ENFOQUE
COMPETITIVO ]-
SI NO CAMBIA EL RéGIMEN ELECTORAL,
LA REFORMA DEL
ESTADO SERá INSíPIDA
** Nota ** El nuevo equipo económico liderado
por el ministro López Murphy ha hecho claro su propósito de encarar una profunda
reforma del Estado. Un propósito honorable que cada administración ha tratado de
implementar. La administración De la Rúa puso al ex vicepresidente Alvarez a
cargo de la reforma del Estado, sin poder, lamentablemente, contar con resultado
concretos.
Previas administraciones, además de llevar acabo la más importante
reforma del Estado _la privatización de sus empresas_ han intentado en forma
continua reformular la forma en que el Estado toma decisiones. Estas reformas,
dentro de las cuales se encuadra la iniciativa de López Murphy, incluyen la
reducción en número de organismos (secretarías y subsecretarías) y
descentralización de otros. La introducción de reformas en el régimen de
recursos humanos (Sinapa), de administración financiera y del sistema de compras
y contrataciones del Estado. Asimismo, se crearon agencias independientes
(reformas a la carta orgánica del Banco Central y entes reguladores), y se
realizaron (de forma aislada) algunas experiencias de modernización del sector
público (Cartas de Compromiso con el Ciudadano). Paralelamente a estos
constantes intentos de reforma del Estado ha habido una secuencia interminable
de cambios en el organigrama del Poder Ejecutivo.
Si bien le deseo suerte al
equipo López Murphy en su reforma, hay que entender por qué los intentos previos
han fallado en hacer del Estado argentino un tomador de decisiones eficiente y
de alta calidad, y por qué el esfuerzo actual tiene pocas probabilidades de
éxito. En un trabajo con Mariano Tomassi, nosotros llamamos a la situación
existente, un "equilibrio institucional general". Este concepto viene a decir
que los incentivos de los distintos agentes políticos, burócratas, legisladores,
ministros, están dados no solamente por las reglas de operación de su área
(servicio civil para la burocracia), sino por las reglas de juego de todas las
otras instituciones.
Capaz que el mejor ejemplo para mostrar la razón de la
imposibilidad de reformar el Estado en forma parcial, es decir, sin tocar los
incentivos generales de los demás agentes políticos, es la forma en que el
equipo López Murphy se constituyó. Un cambio de ministro, de Machinea a López
Murphy, ha implicado un cambio radical no solamente en las intenciones de
política económica, sino también en la composición de la plana mayor de casi el
total de las secretarías económicas y sociales. Y lo que hemos visto no es nada.
Pronto habrá un relevo en la burocracia paralela, los tecnoburócratas que
trabajan en las diversas secretarías en paralelo a los burócratas del servicio
civil.
Estos tecnoburócratas, que cobran salarios en promedio un 20% más
elevados, que en su mayoría son nombrados por el subsecretario de turno, y que
en algunas secretarías alcanzan a ser cerca del 80% de la nómina, también serán
rotados en los próximos meses. Entonces, el economista López Murphy intenta
reformar el Estado, pero su propio intento demuestra la arbitrariedad con que el
Estado argentino toma sus decisiones y la poca credibilidad asociadas a ellas.
No es de extrañarse, por lo tanto, que los burócratas ni se preocupen por estos
intentos. Los ministros y secretarios son golondrinas, vienen y se van, pero los
que se quedan son ellos.
Pero la pregunta fundamental es ¨por qué López
Murphy ha tenido que reemplazar lo que en principio parecía ser un buen equipo
económico? ¨Es que el equipo que trabajó con el ex ministro Machinea ha sido tan
inefectivo en generar propuestas adecuadas? ¨Es que ese equipo estaba compuesto
por profesionales sin preparación apropiada? Dado que la respuesta es un no ¨Por
qué es que cada ministro entrante implica un cambio drástico, tanto en el
enfoque de política como en la composición de su burocracia? La respuesta está
ligada al concepto de equilibrio institucional general. Para ello es fundamental
entender los incentivos de la burocracia, y éstos están dados por sus jefes
implícitos. En países presidenciales, como la Argentina o EE.UU., la burocracia
tiene dos jefes, el Ejecutivo y el Parlamento. Pero en la Argentina, el Congreso
es un Parlamento amateur. Si bien los legisladores son políticos profesionales,
son transitorios. Los legisladores argentinos duran un período en promedio y se
van a sus provincias en busca de mejorar su posición política. El legislador
argentino no tiene ni el incentivo ni la capacitación ni el equipo para
controlar a la burocracia.
Por otro lado, los ministros y secretarios
argentinos tienen una alta rotación. La burocracia, por ende, no tiene ningún
jefe de largo plazo. En un trabajo con mi colega Santiago Urbiztondo, el que
asumirá en estos días como presidente del Tribunal de Defensa de la Competencia,
mostramos que cuanto menor es la alineación entre Ejecutivo y Legislativo, mayor
la tendencia a politizar la composición de la burocracia. La Argentina es un
caso extremo. Tanto el Ejecutivo como el Legislativo rotan, pero rotan a
destiempo y con alta velocidad. Por lo tanto, para poder tener algún control
sobre la burocracia, cada ministro tiene que traer a su equipo de confianza, los
que no sólo diseñarán la política, sino que con sus respectivos equipos de
confianza (los tecnoburócratas contratados) harán el trabajo. A su vez, al no
poder controlar la burocracia, cada ministro tiene, por ende, amplia discreción
en la ejecución de su labor, y ello conlleva a amplios cambios en la conducción
de su respectiva cartera.
Si bien es loable que el Gobierno trate de reformar
la forma en que el Estado toma decisiones, dos problemas fundamentales se le
presentarán. Primero, la presente administración no va a tocar en absoluto el
sistema electoral, sistema que es el centro neurálgico de la falla del
funcionamiento del sistema político argentino. Al no tocar al sistema electoral,
sistema basado esencialmente en listas sábanas controladas en gran parte por los
jefes partidarios provinciales, el cual no otorga ningún incentivo a los
políticos de los partidos grandes a volverse legisladores profesionales, no se
podrán otorgar incentivos de largo plazo a la burocracia. Segundo, cualquier
medida que se imponga en esta administración en este aspecto podrá ser revertida
en el mediano plazo. El ministro que reemplace a López Murphy traerá su gente,
la cual, nuevamente, cambiará las reglas, traerá a sus contratados, y el juego
continuará. De la misma manera, ese nuevo ministro tendrá tanta discreción como
la que López Murphy se toma hoy en día, obviamente, todo limitado por la
situación política imperante.
Les deseo buena suerte a los reformadores del
Estado, y les ofrezco mi apoyo intelectual. Pero hasta que no se atrevan a tocar
el sistema electoral, estas reformas sólo generarán idas y venidas por los
corredores ministeriales, sin alterar, en última instancia, la ineficiencia del
Estado argentino.
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DIA15 MES03
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